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NADIE DIJO QUE SERÍA FÁCIL

Entonces decides emigrar, de ese lugar lleno de aciertos y desaciertos personales y colectivos, pero que al final define quien eres, como eres y que quieres ser.  Los primeros, vestidos de logros, satisfacciones, alegrías y querencias, los segundos, vestidos de otro tono, un tanto más sombrío, que en algún momento se disfrazaron de “color esperanza” (valga la publicidad para Diego Torres), que engañaron a más de uno (mucho más) pensado que la Panacea, venia vestida de verde olivo y con un discurso de ensueño, el cual terminaría siendo una pesadilla, que aun despertando sigue allí.

No intentaré convencer a alguien que, Venezuela (Tierra de Gracia, según Colón) es esa tierra llena de gente maravillosa, increíbles parajes y de comida deliciosa, eso ya es tema trillado. Aunque luego de 15 años, intentando recuperar aquello que nos dejamos quitar  o nosotros mismos nos quitamos, cualquier tema, ya es trillado. Esa relación idílica con el país debe aterrizarse ya en el plano real. Muy parecido a la de pareja cuando ya no funciona,  donde ambos tienen grado de responsabilidad, y si ninguno decide cambiar, avanzar y mejorar, se va todo por el precipicio.

Así como se dificulta decidir entre luchar por esa relación o deshacer el contrato matrimonial (Siento sí hiero susceptibilidades con mi concepto –y es que para mí el amor y el respeto no caben en un papel), te preguntas entonces ¿Salir-emigrar- es lo más fácil? La respuesta depende siempre de la experiencia y actitud de cada uno.

Sin embargo les pido me permitan contestar: Estoy segura que –NO, NO ES FÁCIL- porque no se trata nada más de cruzar el diseño colorido del Sr. Cruz-Diez y la foto respectiva para la Red Social del momento, se trata de aceptar que lo tuyo ahora es añoranza y que lo nuevo será adaptación.

Y es que te tienes que adaptar! Es lo que hacemos todos, toda la vida. Los primeros meses todo es novedad, todo te genera satisfacción, también evitando el arrepentimiento inmediato que pueda generarse. Ya luego te acostumbras, y dices “no está mal, está mejor que allá”.

Sí, todos los países tienen cosas buenas y malas, sin embargo llega un momento en tu tránsito migratorio, donde descubres lo malo de ese nuevo lugar, después que pasa el enamoramiento, haciendo ruido y  aumentando la añoranza  por lo que dejaste, pero “te tienes que adaptar”.

Te tienes que adaptar al sistema, a la gente, a la comida, a los modismos, porque al final eres tu quien llega- a la tierra que fueres, haz lo que vieres- y no le quito verdad a ese razonamiento, pero nadie dijo que sería fácil.

No tomen esto como queja, o bueno si, usen su libre albedrio, para mí solo es una forma de drenar, por aquella forma imperativa de “te tienes que adaptar”, porque en definitiva regresar sería visto, asumido y condenado como un sacrilegio.

Pero ¿y si no? Si resulta que eres más venezolano que Simón Díaz, que cuando hablas al final suena el último compas del Alma Llanera, que si por un lado te gustan las Tapas Españolas, los Tacos Mexicanos, el Dulce de Leche Argentino, la Bandeja Paisa Colombiana, pero que no lo cambias por tus Pastelitos Andinos, tu Reina Pepiada del Solar del Este (luego cobro la comisión) y su respectivo jugo de papelón o Polarcita. Sé que suena superficial, eso al final lo puedes encontrar y/o hacer donde estés, pero jamás sabrá igual. Cabe destacar que no quiero tocar el tema familiar y amistad, sería más dramático el asunto.

Entonces te da por preguntarte ¿Si vas y luchas por Venezuela, aunque a el 40% de tus coterráneos le siga importando un Carajo la situación?... entrando así a un dilema que “NADIE DIJO QUE SERIA FÁCIL”.

 Una

 

 escribiendo cosas

 

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